Cuando encendí la radio escuché hablar a un cura. Estuve por cambiar de estación, pero como estaba preparando mi desayuno seguí escuchando, hasta que me interesó. Tanto que voy a entrar a la página de la radio para ver si está la entrevista entera. No creía que existiera gente así, y me sorprendió que trabajara dentro de la institución un tanto ortodoxa de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana -creada a partir de la proclama hecha por un grupo de judíos asegurando que el judío Jesús de Nazaret era el hijo de Dios. La religión Católica tiene un innegable origen Judío y los judíos fueron durante siglos sus enemigos acérrimos. Cosas de los seres humanos. De alguna forma el padre Luis hizo que me reconciliara (no con algún Dios, ni con la Madre Naturaleza, ni con el Universo, o como le llame quien sea -quién sea lo que crea), que me reconciliara un tanto con, no sé... no sé con quién ni, en verdad, si me reconcilié con algo o alguien, y ciertamente no con la Iglesia, que representa al poder de quienes la dirigen. Es cierto que la Iglesia, la Biblia, cualquier institución que exista en la Tierra (en el “cielo” no sé...) están ideadas, formadas, organizadas, mantenidas por hombres (y a veces también por mujeres). Y, en especial, por los intereses de éstos, ge-ne-ral-men-te intereses de poder. Pero el padre Luis, un cura español del que no alcancé a escuchar bien el nombre, puesto que la entrevista estaba por terminar, hizo que lo escuchara hablar con placer y admiración. Hablaba del capital humano. Linda forma de despertarse. Gracias, Luis. Tengo un tiempo luminoso por delante.

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