Arreglé con Marce y Ale que yo empiezo a las ocho de la mañana y a las tres termino. Ellos prefieren empezar a las diez y salir cuando terminen, que en general es a eso de las cinco. Así puedo andar en bici, y voy a empezar a pintar y a dedicarme de nuevo a escribir con regularidad. Cuando la cocina se encamine más me dejo libres dos días enteros por semana y tá. Tengo demasiadas cosas para hacer y tengo que concentrar mis energías en algunas.
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Salí a andar en bici. Fue otro día caluroso, 29 grados. Demasiado calor para ser invierno. Sofi se había llevado mi bici y agarré la de Marce. Salí pedaleando con ganas por la vereda, porque la otra opción era bajar por Requena a contramano, y había bastante tráfico. Vi un pozo y apreté el freno, y esa bici tenía el freno de la rueda delantera a la izquierda, así que se clavó, y volé por encima de la bici y aterricé derrapando sobre la vereda. Me hice terrible rasguño en el antebrazo derecho. Había unos muchachos sentados en un auto que estaba estacionado justo donde me caí que se bajaron asustados, me preguntaron si necesitaba ayuda. Se ve que mi vuelo fue impresionante. Pero lo peor fue el aterrizaje (habría que aprender a disfrutar ese tipo de vuelos antes de tocar el suelo de nuevo, y no pasar esos segundos esperando el golpe del aterrizaje). Le dije al que había corrido a mi lado que no, que no necesitaba nada, gracias, y volví a casa sin perder la compostura. Ya adentro, empecé a sollozar, a proferir improperios varios (palabrotas feas, muy feas, que no repito acá para conservar la elegancia), y a patear la bici. Fui al baño y me mojé la herida, la lavé gritando mierdamierdamierda y ayayayayayayayay porque me ardía mucho. Después me sequé las lágrimas, agarré la bici que Yvo le dio a Sofi y salí de nuevo, me fui al parque, me encontré con Sofía y con Víctor que tenía mi bicicleta, le dejé la de Sofi y seguí en la mía. Me fui pedaleando a todo lo que daba. El viento en el brazo hacía que me ardiera la herida. Mientras más me dolía con más fuerza pedaleaba. Llegué a
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Fui al fac, a llevar pastas y ensalada. Panqueques de masa de espinaca rellenos de muzarella con salsa de hongos pleurotis, champignones y boletus. Cintas caseras (las hace Ale y le quedan buenísimas), con salsa cuatro quesos. Ensalada de ricotta con croutons. Aproveché para saludar a mis amigos, hacía mucho que no los veía. Los extraño.
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Fede y Andrea, Salvador y Candela fueron a almorzar con nosotros en Santalú. Parrillada.
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Nos fuimos a Santalú. Estuvo super, empezó a hacer más calor. Todos los aromos están en flor. Cuando florecen los aromos se acaba el invierno, es algo que se escucha decir a mucha gente de la costa. En realidad dicen mi abuelo decía que cuando florecen los aromos... Regué mucho y arreglé un poco el jardín. Planté una acacia e hice mudas de los aloes. Los junquillos están abriendo, corté cinco flores que perfumaron la casa.
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De tarde salimos a caminar, aunque el viento estaba frío, al sol y al abrigo estaba super agradable. Llevamos a Yaguá y a Paca, que corrieron como locas por la playa y se bañaron.
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Fuimos al Museo de
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Como el 25 de agosto es feriado, decidimos tomarnos un fin de semana largo. El lunes no cocinamos. Yo tenía intenciones de ir los cuatro días a Santalú, pero Ju llegó de Porto Alegre medio resfriado y prefirió quedarse en Montevideo. Como me había mentalizado para irme, casi se me pasa la hora del taller de filosofía. Dejé todo lo que estaba haciendo y salí volando hacia lo de Annabel. Llegué tarde, pero pude enganchar en el fluír.
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Por fin, de vuelta a la cueva. Aunque me vi obligada a hacer unas salidas para comprar elementos para el delivery. Es parte del asunto. No vino Lauta, tengo ganas de verlo.
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Terminó el taller con Sepúlveda. No me cansé, ni seguí hipocondríaca, pero estuve feliz de que terminara.
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Siguió el taller. Me cansé menos. Se me pasó –un poco- la hipocondría. Tomé mate con Aejandra, Gustavo y Antonella y no me sentí enferma. Cuando volví a casa, estaba Lautaro y le regalé una pelota.
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El sábado preparé con urgencia un texto para Sepúlveda, un curador chileno que daba un taller en el CCE. Empezó el lunes y me sentí bien saliendo del tema de la cocina –quiero hacer una obra con esto pero todavía no le encontré la forma- y yendo a cambiar ideas con colegas. Me cansé, supongo que no había comido bien y además fue un día tenso en la cocina. Llegué a casa helada y con hambre. Me acosté muy temprano, con miedo de estar engripada. Hipocondríaca.
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