Me pasé todo el día buscando la cámara. No me acordaba dónde la había puesto el día anterior, pero sí me acordaba de haberle sacado fotos a Lautaro, de que cuando fui a salir no la encontré, así que la cámara tenía que estar en casa. Estoy convencida de que las casas esconden las cosas y después las dejan aparecer... o no. Si aparecieran todas las medias que harían par con las pilas de medias impares que hay en todas las casas seguro que haríamos una montaña gigante. O capaz que una cuerda para ira a
Me pasé todo el día de malhumor buscando la cámara, aunque me decía –a mí, a quién si no-que no la buscara, que las cosas, mientras más las busques, más se esconden. De a ratos me hacía caso –a mí misma, a quién si no- y trataba de concentrarme en otra cosa. Como regar, por ejemplo. Yo siempre riego en casa. Pero sé que soy un peligro, porque dejo el regador abierto y pese a que me juro que no me voy a distraer, me olvido y dos por tres vacío el tanque. Después las cañerías se llenan de aire y los que no saben purgarla no se pueden bañar, y repiten otra vez regaste como tontos. Como si no supieran que sí, que regué, que me olvidé y que se vació el tanque. Pero bien que les gusta tener un jardín verde y florido.
Me quedé mirando tele, me dormí en el sillón y me desperté con frío. Me fui a la cama envuelta en una manta.
Etiquetas: abril
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