Amanecimos a bordo. Lindo. Un aire fresco, olor a río, a barco. No pudimos salir hasta después de las
Navegamos casi siempre con viento Norte. O sea, con motor. Empezaron a aparecer islas, muchísimas islas. Nos cruzamos con un barco fantasma, amarrado y solo en medio del río. Pensé si sería una base de helumanos. Me dio un escalofrío. No es lo mismo estar en una casa en Montevideo y tener conciencia de la invasión de helumanos; que estar entre ellos, flotando en un barco. Decidí no pensar más en eso. Me dediqué a mirar las islas, a leer, a dormir y a mirar los barcos de carga gigantes que nos cruzaban de vez en cuando. No sé si eran tan gigantes, pero al lado nuestro sí parecían gigantes. Al fin, todo algo está relacionado con otro algo.
Llegamos a Conchillas de noche. Noche sin luna, llena de estrellas. Lo que para mí era super agradable, estrellas titilando, rumor suave de agua; para los que intentaban entrar a puerto era un problema. Sí, un problema. Generaron adrenalina mientras yo pensaba en otras formas de pensar el tiempo. Pero lo solucionaron y no encallamos ni hicimos un rumbo ni nada. Llegamos y nos encontramos con el Crossbowl2, con El Lobito y la tripulación que nos invitaron a compartir con ellos unas colitas de cuadril que habían asado en la parrilla. Fuimos sin pensarlo demasiado. Yo no tenía nada de ganas de cocinar, y creo que era LA candidata. Así que llevamos unas botellas de vino y nos pasamos al otro barco.
Esa noche Ju y yo dormimos adentro.











































Etiquetas: marzo
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