Me levanté sintiéndome enferma, con la casa invadida por gente desconocida, una radio a todo volumen, las puertas abiertas. En salto de cama pasé para el baño de afuera, el otro estaba ocupado por okupas. No pude desayunar porque la cocina era un congelador y la gente iba y venía, y hablaban con voces atronadoras. En general, de mañana me cuesta asumir la conciencia y la corriente de pensamiento, más bien cualquier pensamiento. Y si me hablan demasiado o hay ruidos molestos no escucho, no atiendo, me enerva. Las perras saltaban a mi alrededor porque querían comer. Sonó el timbre y el teléfono. Quise escaparme, no estar ahí, entré en crisis y lloré un rato, con rabia, hasta que me sentí mejor. Después, encendí la estufa, preparé un desayuno, y me encerré en el living a tomar el café con leche con tostadas y jugo de naranja.
De noche fuimos a La Colmena a ver a un mago. Maso.
Etiquetas: junio
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