Fui con Ale al Prado. Entre los recuerdos aparecieron fantasmas, muchos fantasmas. Fantasmas vivos, fantasmas muertos, fantasmas de otras dimensiones. Logré fotografiar algunos, los que concientemente no lograban escapar. Los otros no se dejaron fotografiar, esquivaron la cámara. Me encontré con las viejitas que atendían la mercería a la que iba cuando era niña y vi a mi madre, a mi abuela, a mis hermanos niños un poco transparentes. Mi padre estaba leyendo frente a la estufa. Mis compañeros de escuela se reían de mis trenzas. Estuve con Cecilia charlando mientras me acompañaba hasta casa caminando por Lucas Obes. Cecilia querida, flaca y muerta de risa. Javo y a Sofi se embarraron en el jardín. Fueron demasiadas cosas las que vi para que las enumere todas, años viejos y años desconocidos, miles de imágenes y vivencias con las que coexistí en ese rato que le pedí a Ale que frenara para sacar las fotos de la casa.
Etiquetas: julio
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