Me desperté metida en el sueño de la noche, y seguí casi toda la mañana un poco en casa y un poco en una playa hermosa, de agua transparente. Me tiré de cabeza desde un acantilado y emergí entre las toninas.
Frío. Me pasé en día en casa, esperando que viniera el carpintero y el otro carpintero. Uno, el de los muebles de la cocina, llegó a las 4 de la tarde, cuando ya estaba por salir. Me quedé y esperé a que sacara las medidas que tenía que sacar. Dijo que volvía el viernes. El otro no llegó.
Etiquetas: julio
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