Fui al CASMU, al oculista. Hace bastante tiempo que veo doble, pero como es a veces, no siempre, me dejé estar. Me embola ir al médico. Per el otro día estaba mirando la tele y me di cuenta que tenía un ojo cerrado, pera ver con nitidez. Mmmmmmmmmmmmmmm. No es normal, pensé, por fin, y por fin me decidí a hacerme ver los ojos.

Caminé hasta la parada, subí al ómnibus y me senté. Abrí el bolso y busqué el libro de Mario que compré el otro día y que había empezado a leer. No lo encontré, por más que busqué y rebusqué. Agarré mi libretita verde, esa que llevo siempre por si tengo que anotar algo. Las agendas no van conmigo. Nunca sé en qué día vivo. Empecé a escribir, enojada conmigo.

Trajiste todo menos el maldito libro. Lo tuviste en las manos, pensaste en él y lo apoyaste en algún lado para poner una campera en el bolso. Boluda, con el calor que hace.

Odiás andar en ómnibus sin tener algo para leer. Ahora estás acá y no podés leer. El libro de Mario. El libro con el que te dormiste anoche. ¿Dónde lo dejaste? ¿Sobre la mesa de tu dormitorio? Al lado de la cama, en el piso, donde dejás que se amontonen durante semanas libros semileídos, libros por leer, libros para consultar, apuntes para corregir, libros que querés leer pero que sabés que nunca vas a hacerlo, por falta de tiempo o por lo que sea.

El ómnibus atraviesa el túnel de 8 de octubre. Se oscurece, encienden las luces pálidas interiores. Las luces exteriores, las del túnel son rosadas y generan un ambiente irreal. La gente, como siempre, va sentada mirando sin ver con expresión anodina. Hoy el guarde no es gordo y el ómnibus toma por el camino habitual. El guarda es guarda-chofer, maneja el coche y cobra loss pasajes. Para como debe en las paradas marcadas y la gente baja y sube. El coche no va a ningún lugar extraño, sigue su recorrido sin imprevistos. La gente está tranquila. No sé por qué.

A mí, a veces, me dan ganas de gritar. Supongo que a toda la gente le vienen a veces ganas de gritar. ¿O no son normales? No grito, supongo que no gritamos, porque sería algo fuera de lugar y capaz que me encierran en algún lugar para locos y me dan medicamentos y termino alienada de verdad. Pero estaría bueno que todos se pusieran a gritar de golpe en el ómnibus.

Ya llegué. En la próxima parada me bajo.

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